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"Voy a defender a mis parroquianos sin parar en mientes..."

Схиигумен Нектарий Хаджи-ПетропулосEl Abad Nektary H'Petropoulos es una figura histórica de la Iglesia Ortodoxa Rusa cotidiana, dicen los parroquianos del Monasterio de Santísima Trinidad en la ciudad de México. En poco tiempo el padre Nektary y dos monjes que no tienen ni una gota de sangre rusa abrieron un monasterio en el corazón de la capital mexicana en alrededor del cual se unió una comunidad rusa grande.

El Abad Nektary es una persona famosa no solo dentro de la comunidad rusa, sino en todo México. Siendo un académico famoso, el suele presentar discursos en la radio y televisón, es profesor en una universidad local. En el ambiente eclesiástico el ganó amor con su apacionada actitud hacía los parroquianos, a quienes les cuida con celo. A la hora dificil él apoyó a muchas personas, sea espiritualmente, financialmente o jurudicamente - docenas de mujeres son agradecidas por su salvación de la violencia doméstica. A pesar de problemas con la salud, él incansablemente trabaja para el bien del monasterio y la comunidad, considerando el cuido de ellos su sagrado deber.

Dentro de los tres años de existencia del monasterio, la comundad encabezada por padre Nektary sobrevivió bastantes dificultades como problemas financieras, influenza porcina y la enfermedad del abad. En la entrevista que presentamos aquí, Abad Nektary cuenta sobre como él, griego por nacionalidad, llegó a ser un sacerdote ruso, que significa ser un monje ortodoxo en una de las ciudades más grandes del mundo y que significan para él sus parroquianos.

¿Cuando Usted sintió atracción por monacato?

- Siempre quise ser monje, esto no fue una decisión espontanea. Desde mi niñez quise vivir en monasterio y siempre estar en la iglesia. Yo fuí hijo único y mi madre me decía: "No puedes irte al monasterio: yo quiero que tengas muchos hijos". Toda la familia me persuadía llegar a ser un sacerdote casado, pero no lo quise. Yo supe que como yo decidí estar en la Iglesia, entonces yo debo dedicar a Dios toda mi vida.

¿Sus padres fueron religiosos?

- No mucho. En los tiempos de mi niñez yo vivia en Estanbul, y nosotros pasabamos tres veces al año a visitar a los parientes en Grecia. Por allí yo vi muchos monasterios. A mi siempre me gustaba la vida comunal monástica, me gustaba que los monjes trabajan, rezan y comen juntos. Yo quisiera tener esto en mi futuro también.

¿Como Usted tonsuró al monacato?

- Mi padre espiritual, eparca Pavel (de Nacianso), obispo dirigente de México, conoció a mi padre antes de que nací yo. Mi madre murió de leucemia cuando yo tuve 14 años. De acuerdo con su petición el eparca Pavel me acepto bajo su cargo - mi padre estaba de acuerdo - y yo me mudé a México y empecé a vivir con el Vladyko.

El obispo Pavel fue un académico reconocido en México. Nosotros tuvimos una balanceada vida académica y religiosa. Fue él quien me convenció continuar la educación. Yo quería ir a estudiar a la seminaría griega de la Santa Cruz en Bostón, pero él me mandó a terminar la universidad antes. El dijo: "Yo no quiero que seas un sacerdote simple, sino quiero que obtengas el doctorado en teología".

Cuando él me preguntó si yo quería llegar a ser monje, yo acepté la propuesta y a las 18 años fuí tonsurado en México. En el año 1984 mi padre espiritual fue asesinado cuando estabamos saliendo de la iglesia después de una liturgia. Un fanático católico quien odiaba a la Iglesia Ortodoxa, lo mató a tiros de una pistola. Luego él fue arrestado y se suicidó en la cárcel.

Para el momento de la defunción del obispo Pavel, Usted solo tuvo 19 años. ¿Como llegó a ser Su vida después?

- Me mudé a Japón con mi abuela y ingresé a la universidad a la facultad arqueológica. Tratando de cumplir con la voluntad de mi padre espiritual, yo continuaba con mis estudios. Tengo diplomas de bachillerato en arqueología, de maestro de idiomas clásicos y literatura, doctorado de teología e historia. Al terminar el bachillerato regresé a México.

¿Como Usted llegó a ser el Abad de Monasterio de Santísima Trinidad?

- Esto no fue mi decisión (se rie). En 2004 el Arzobispo Kirill (de San Francisco) me aceptó para formar parte de la Iglesia Ortodoxa Rusa en El Exterior. Yo pedí que me envien a Jordanville para que yo pudiera estudiar la tradición eclesiástica rusa. Así que soy un sacerdote ruso; la imposición de manos a la orden de diácono y de sacerdote yo tuve en Jordanville.

De joven yo les miraba a los sacerdotes y pensaba que no hay nada más magnífico que servir a Dios en altar. Pero con el tiempo yo entendí que ser un sacerdote es un asunto serio y que no soy digno de esto. Yo supe que si esto sucediera, eso sería no voluntad mia, sino la de Dios. Yo siempre tuve esperanza de ser un simple monje. Pero el Dios tuvo otros planes: yo quise mudarme al monasterio griego en Arizona pero me regresé a México. Inicialmente no iba a hacerlo, pero por lo que yo conocía la situación en México fue más facil enviarme a mi para abrir un monasterio que a alguna persona nueva.

¿Como Usted, al no ser ruso, se siente en la comunidad rusa?

- Mi familia no es de Grecia, sino del Mar Negro, de Sujumi. Yo siento la proximidad con los rusos, y ellos me entienden perfectamente. Las tradiciones rusas no son muy distintas a nuestras tradiciones familiares. Yo no hablo ruso, pero como yo tanto los monjes, estudiamos ruso.

¿Que es ser un monje en México?

- Nosotros atraemos mucha atención por lo que vestimos sotanas, tenemos largo pelo y barbas. Las sotanas las traemos siempre para que la gente sepa que nosotros vivimos de una forma diferente de ellos. Nosotros no estamos isolados del mundo, como por ejemplo, Jordanville, por donde los monjes no tienen que trabajar fuera de las paredes del monasterio, que es de hecho una verdadera bendición. Para mi ser monje significa estando en la tierra tener mi mente en el cielo.

¿Como les tratan en la calle?

- Unas personas reaccionan de forma agresiva cuando ven la cruz: ellos piensan que somos católicos y recuerdan los escándalos en el entorno de los sacerdotes católicos pedofilos. Pero la mayoria de los habitantes locales conocen que somos ortodoxos rusos y nos tratan con respeto. Ellos saben que nosotros siempre traemos sotanas y no vamos a cambiarnos a la ropa mundana para tener alguna vida secreta o hacer algo indebido.

Ambos hermanos monjes y yo trabajamos fuera de las paredes del monasterio. Yo doy clases y los padres trabajan en una pastelería. Uno de ellos también da clases de fotografía en una universidad local.

¿Usted entrega todo el salario al monasterio?

- Claro. Yo no me quejo de esto. Mi tarea principal de la vida es servir a Dios. Así que todo lo que ganamos pertenece a Él. Nuestros parroquianos trabajan sin levantar la mano, pero muchos de ellos tienen dificultades financieras. Yo no obligo a nadie a ayudar al monasterio. Yo digo que es lo que necesitamos y la comunidad ayuda según posibilidades. Si ellos tienen dinero, ellos mismos lo dejarán "para la iglesia". Muchos parroquianos no están acostumbrados de ir a la iglesia y donar dinero. Muchos de ellos nunca iban a la iglesia en Rusia, y aqui vienen cada domingo.

¿Como le parece, porque ellos empiezan ir a la iglesia en México?

- Cuando vives en tierra extraña, cuando tienes que hablar en el idioma extranjero, empiezas buscar propios raíces, cultura, a los compatriotas para estar seguro de que perteneces a algo. Noventa y ocho por ciento de nuestros parroquianos son mujeres rusas quienes recién llegaron de Rusia. La mayoría de estas mujeres son casadas con los mexicanos; sus hijos o no son bautizados siempre, o son bautizados en la Iglesia Católica. Ayudar a estas familias en Ortodoxia es un proceso nada facil. Usualmente yo trato de cuidar no solo al parroquiano ortodoxo, sino también a su cónyuge. De esta forma yo logro preservar la familia y sé que los hijos serán criados en la Iglesia Ortodoxa. Por que si no vayamos a aceptar a los neófitos, entonces perderemos a toda la familia.

¿Como reaccionan los mexicanos cuando Usted busca integrarles a la comunidad?

- Al principio siempre es muy complicado. Usualmente los esposos mexicanos son ateistas. Yo de una vez les doy de entender que no voy a convertirles forzosamente a la Ortodoxía. Cuando ellos se dan cuenta que no represento una amenaza para ellos, ellos llegan a ser mis amigos. Habitualmente son personas inteligentes, especialistas. Soy un académico y facilmente hablo con ellos del arte, historia, ciencias... Todos los otros hablan ruso, y ellos pueden hablarme en español. De la Iglesia no les digo nada.

En 6-8 meses ellos mismos me preguntan: "Padre, ¿podría yo llegar a ser ortodoxo? Quiero ser parte de esta comunidad". Esto está muy bien por lo que los parroquianos llegan a ser una gran familia.

Desde luego, no todos los matrimonios ruso-mexicanos son exitosos. Muchos se conocen por Internet, se casan, y luego son muy infelices. A unas mujeres les pegan sus esposos; ellas vienen conmigo completamente perdidas. Los esposos les controlan quitándoles pasaporte. Entre los parroqianos tenemos a unos juristas que ayudan en estas situaciones. A veces, si la mujer no tiene dinero, nosotros pagamos los honorarios al abogado.

¿Usted haya tenido problemas con los esposos de las mujeres a quien Usted ayudó?

- Me amenazaban en muchas ocasiones. Esto suele suceder: yo conozco a otros sacerdotes a quienes les amenazaban por haber ayudado a las víctimas de violencia casera. Yo no tengo miedo. Alguien sí debe protegerlas. Antes ellas no tuvieron a nadie por aquí, fueran huérfanas. Ahora la situación se cambió. Ellas tienen a la Iglesia, y nosotros les estaremos protegiendo con todas las fuerzas. Yo voy a defender a mis parroquianos sin parar en mientes.

¿Que le da la valentía?

- La fe en Dios. Nuestra vida es una verdadera maravilla. A veces yo estaba tan enfermo que me parecía que ni siquiera podré servir la liturgia. En estos momentos yo depositaba la confianza en Dios y Le decía: "Yo no tengo fuerzas, ya no puedo más. Por favor, agárrame y sostenme para que yo pueda terminar la Liturgia". Habitualmente para el fin del oficio ya me olvidaba de que hubiera tenido algo que me doliera. Estoy seguro que si yo voy a cuidar a mi comunidad, el Dios se ocupará de mi. Yo lo veo cada día. Estamos haciendo lo correcto.

¿A Usted no le preocupa el estado financiero del Ascenterio?

- Mi preocupación de toda forma no ayudará (se rie). Si yo me preocupo entonces soy incrédulo. Nosotros tuvimos grandes problemas en el pasado. La gente no pudo creer que un hombre no ruso pueda abrir un monasterio ruso. Nosotros no solo hemos sobrevivido, sino abrimos una capilla. Es muy bonito por allí. Así que preocuparnos de las finanzas significa no tener confianza en Dios. Yo Le creo y creo que Él se ocupará de nostros.

El Dios es muy-muy benevolente hacía mi, a pesar de lo que yo no pude hacer tanto que tuve que haber hecho. Nuestras dificultades cotidianas son nada en comparación con la alegría que me da la posibilidad de ser sacerdote para esta gran familia, de poder abrir las puertas del monasterio a los que durante muchos años sentian su orfandad.

Padre Nektary, Usted mencionó que no ha podido hacer todo lo que debe. ¿Que quiso decir Usted?

- A veces me cansaba tanto de los dolores, de problemas financeros, que solo tuve fuerzas nada más para combatir estos pensamientos. Yo pasé mucho tiempo en esta lucha en vez de trabajar y esforzarme para ayudar más a las familias de los parroquianos. Solo no pude estar haciendo nada. Yo siento mucho haber echo esto. Yo se que cada uno que viene a la Iglesia tiene una necesidad y yo debo olvidarme de mis problemas y sufrimientos para ayudarles. Eso es mi deber.

¡Pero no piensen que lo único que hacemos es sufrir! Justamente al revés. Es tanta alegría ver a nuestros hijos quienes al ser criados por padre mexicano no tuvieron religión y ahora ellos pertenecen a nuestra comunidad. Ellos hablan ruso, ellos son ortodoxos. Nuestras parroquianas rusas tienen consuelo - la Iglesia y la comunidad. Desde luego, yo tengo que dominar las dificultades cotidianas, pero nuestra comunidad sigue y sigue creciendo.

Muchos parroquianos se fueron a pasar las vacaciones en Rusia y yo les estoy esperando con impaciencia. Nosotros nos alegramos mucho cuando ellos traen velas y íconos, cuentan de sus familias. Ellos regresan, y nosotros regresamos a la vida familiar. Esto es una verdadera bendición.

Por los materiales del sitio de la Fundación de Asistencia a las Necesidades de la Iglesia Ortodoxa Rusa en El Exterior (www.fundforassistance.org)

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